Por Agustina Rinaldi / Si por un momento nos deshacemos del impulso casi primitivo de racionalizar nuestros sentimientos, ideas y experiencias podríamos experimentar una sensación tan genuina que nos haría dudar: ¿es real? / El antropomorfismo pone en jaque nuestras estructuras mentales opresoras, nos invita a resignificar lo que cotidianamente tildamos de inanimado y nos brinda la lúdica experiencia de sumergirnos en un realismo mágico tan (im)perfecto como estimulante.
Dar el salto: el paradigmático cruce entre dos universos
Desde siempre, Camila Valdéz percibe vitalidad en los objetos cotidianos que considera bellos. Si una taza de té le resultaba atractiva, inmediatamente le asignaba un sentimiento: picardía, dulzura, calidez. Al pararse frente a una vidriera de dulces, sin proponérselo separaba mentalmente aquellos que le generaban una sensación amena de aquellos que sentía que podrían tener un carácter fuerte: una presencia arrolladora, violenta y brutal.
Desde hace ocho años, la artista materializó ese sentir en atractivas, tentadoras y lúdicas esculturas. El cruce entre el mundo tangible y el imaginado se dio cuando le añadió a estas piezas un toque humano: piernas. Este elemento antropomórfico activa en la percepción del observador la posibilidad de que la escultura pueda, en vez de adaptarse a nuestro mundo, tener vida propia en él y gestar su propia historia.

El hecho de que estas figuras surrealistas figurativas cuenten con piernas, pero no con brazos, cabeza y rostro no es casual. En las esculturas de Valdéz cada detalle comunica. Contaminar la obra con un signo que evoque una emoción clara impediría que el observador pueda activar su imaginación y limitaría su percepción. En síntesis, caería en la temida obviedad. “Logré transmitir la sensibilidad, el carácter y la actitud de estos personajes mediante únicamente piernas de diversas formas: cruzadas, patinando, desnudas, con medias de red o zapatillas. Estas piezas tienen personalidad desde que nacen. Lo único que necesitan para mezclarse con nuestro universo es una chispa de vitalidad”, contó la artista que, a través de este detalle “humano”, creó un realismo mágico en el que la picardía y la fantasía desdibujan nuestras limitaciones mentales.

Tomar la calle y desafiar los límites: ¿qué es lo real?
Si observamos detenidamente una pieza de Valdéz, podremos percibir una mezcla entre surrealismo figurativo, pop art, un juego con su escala indefinida y, principalmente, la intención de romper con el binarismo: real / irreal. También, notaremos un componente naif; nos incita a sumergirnos en un universo irracional y a darnos la oportunidad de que esa pieza, que nos resulta surrealista, deje de existir únicamente en nuestra mente para potenciar nuestra realidad tangible mediante su picardía y audacia. “Juzgar y encasillar es un método de supervivencia, pero te limita. Animarse a abrir una puerta, un tanto fantástica, es necesario. Y el arte, sin dudas, es la herramienta que nos facilita la entrada a ese mundo”, reflexionó la artista.

La mayor inspiración de Valdéz es esa pulsión que la invita a compartir parte de su universo imaginado con las personas. Especialmente, en espacios poco tradicionales. El cambio de paradigma en su manera de percibir el mundo se dio en San Francisco, Estados Unidos -donde vive la mitad del año- cuando salió a pasear con Miss Popcorn: una de sus esculturas más icónicas a escala “humana”. Gracias a unas ruedas y una cadena, esta pieza “caminó” junto a ella durante todo el día. Después de tomar juntas un helado, un niño se acercó a la artista y, lejos de importarle que Miss no tuviera brazos ni cabeza, le consultó a Valdéz por qué no le había puesto zapatillas. Al notar que la queja del niño -alejada de cualquier percepción /condicionada/ adulta, para ella tenía sentido, la llevó a una tienda y le compró calzado. Todo aquel que se cruzó con Camila y su escultura, que al final del día lució un par de zapatillas a la moda, dudó de sí mismo: ¿esto que veo (¡o creo ver!) es real o producto de mi imaginación? / En síntesis: ¿qué es lo real?

Resignificar el acto de exhibir una pieza de arte también contribuye a romper con este binarismo. Especialmente, cuando la obra irrumpe en los espacios públicos -lejos del cripticismo que gira en torno a las Instituciones- y se vuelve una con el espacio: potenciándolo y redefiniendo lo que consideramos “natural”. “Mi intención es que el arte pueda sumergirse en nuestro universo y que el de la pieza (surrealista y potencialmente único) pueda hibridarse con el nuestro”, contó la artista que sumó en las exhibiciones la posibilidad de que los visitantes puedan modificar la pieza vistiéndola y generando que la conexión entre ambos sea total.

Flâneur contemporánea: experiencias que gestan materialidades
Desde que la artista vive entre Buenos Aires y San Francisco, Estados Unidos, se considera una exploradora urbana. Cuando escuchó por primera vez el término Flâneur, inmediatamente se identificó con él. Caminar sin rumbo por las calles de estos dos destinos hizo que se nutriera de diversos usos y costumbres que potenciaron la materialidad de su obra.

Cuando aterrizó en Norteamérica por primera vez, no puedo disimular el impacto que sintió al ver infinitas golosinas de diversos tamaños, colores, formas y gustos. A partir de ese momento, tomó de esta cultura híper consumista y fanática de los dulces desde la tipografía de los paquetes -brillantes, llamativos y súper tentadores- hasta las sensaciones que estos productos provocaban tanto en la sociedad como en su mundo imaginado.

Muchas piezas que expuso en la Argentina están inspiradas en lo que percibió durante esas eternas caminatas por San Francisco. Y otras piezas que causaron impacto en esa ciudad, están empapadas de la chispa de su país. Lo que Valdéz se llevó consigo desde Buenos Aires fue su actitud -pícara, audaz y osada- de irrumpir en una región -que en ese entonces le era ajena- de la mano de dulces antropomórficos que aquí o allá desafían constantemente los límites del observador planteando una pregunta: ¿quién se anima a desafiar lo “real” y a crear su propio universo imaginado?

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